jueves, 20 de marzo de 2008

Creo conocer a algunos... y los otros también

Algunos me decían que los otros no existían, los otros me decían lo mismo de algunos. A casi todos (los otros y los algunos) los conocía desde que tengo memoria, todos eran mis amigos, aunque no todos eran amigos entre sí, mis mejores amigos eran los otros, por que pasaban conmigo más tiempo que los algunos, convivían conmigo y siempre estaban en mis tantas noches de depresión y tristeza.

Un día vinieron amigos de los algunos, vestidos de blanco y me secuestraron a la fuerza sin que los otros pudieran hacer nada para ayudarme. Desde ese día y durante mucho tiempo estuve recluido en un lugar extraño de paredes blancas y gente que no conocía y que tampoco parecía estar interesada en conocerme. Los algunos venían a visitarme muy seguido, casi diario. A los otros no los volví a ver nunca más.

Cuando salí de mi encierro nada era igual. Los amigos de los algunos, vestidos de blanco se encargaron de convencerme de que los otros nunca existieron, yo nunca estuve seguro hasta que con el paso del tiempo nunca volví a ver a los otros, aquellos que me acompañaron hasta el punto de convivir conmigo, se habían ido.

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sábado, 1 de marzo de 2008

Frases a puntaditas...

Mientras realizo mis cosillas, entre puntaditas voy hilvanando recuerdos y vivencias...

Y yo la amé...

"Por aqui pasó un ratoncito... muy hermoso"
Es que...

Ante las reacciones de la Madre Naturaleza solo puedo bajar la vista... y esperar.

"…El ascensor número uno falló cuando venía bajando. En el piso 10 bajaron todas las personas y el ascensor comenzó a descender con un roce y presentó problemas en la zapata, lo que ocasionó que saliera de su eje y empezara a pegar en los bordes. Cayó del piso 10 al subterráneo, tras el incidente, que pudo terminar en tragedia...",

Yo y mi familia vivimos parte de esto, claro está que bajé por las escaleras, pero nunca pensé que me sucedería algo así fuera mi territorio, en un piso 17, donde las luces comenzaron a fallar, y comenzó el terremoto, gente gritando, llorando, nos abrazamos y nos pusimos a orar en voz baja, como humanos pensé que era mi final, todo se retorcía y crujía, fue algo espantoso, felizmente todo pasó.

Todo un caos sin electricidad, sin semáforos, la gente llorando desesperada, buscando a sus niños, los alumnos creo que fueron los únicos que actuaron ordenadamente, todos formaditos en los frentes de los colegios. Nos devolvimos a nuestro hogar, pues nuestra matriarca de 90 añitos había quedado sola, gracias a Dios todo estaba normal, solo el susto del momento vivido. Cambió el tiempo, todo se puso raro, hubo círculos en el sol, arco iris, un calor insoportable, nublado, viento, etc., todo en un día, y por supuesto siguieron la réplicas, muy bajitas, menos mal.

Luego fuimos a Tocopilla, junto a compañeros de trabajo con un granito de arena, conocimos gente muy agradecida, y muy, pero muy complicada, viendo con dolor como las maquinarias demolían sus casas, o lo que quedaba de sus casas antes de que produjeran algún accidente (El hogar es parte nuestro ser, se te va todo, momentos vividos que se van perdiendo en la nada). Siguió temblando por un buen tiempo, todo el día, gente durmiendo en los patios, otros en carpa y otros al aire libre con sus enseres frente a sus casas, porque si se alejaban les robaban sus cosas, mamitas dando de mamar a su guagüita en el suelo, y tanta casa marcada para demolerlas, protestas, por la desorganización en la entrega de ayudas, y gente “pillina”, que se aprovechó también, y se las arreglaron para recibir por todos lados alguna ayuda. Otros prácticamente asaltando los vehículos de ayuda. Un pueblo con mucha pobreza. Una experiencia muy triste. Pero yo creo que todas las experiencias en la vida, traen algo positivo, ojalá que esta experiencia, sirva para que Tocopilla se levante como una ciudad renovada con mejores construcciones, con mejor calidad de vida.

Mis reacciones siempre son tardías, cuando me suceden cosas como estas, y llegó el día en que nadie sabía porque, me puse a llorar de pena, de susto, del temor de no poder ver mas este mundo con tantas cosas, pero hermoso al fin, de tal vez no conocer a mi nieta, de tal vez no ver más a mis niños, de no sentir el abrazo diario de mi amado, de tal vez no disfrutar más los almuerzos con mi hermana y mis sobrinos, el ladrido de mis perros y los ronroneos de mis gatos, el canto de mis pájaros, el florecer de mis rosas, de no sentir el calor de mi hogar. Soy una persona que ama la vida, y este mundo que Dios creó para nosotros y que hemos maltratado tanto.