Un día vinieron amigos de los algunos, vestidos de blanco y me secuestraron a la fuerza sin que los otros pudieran hacer nada para ayudarme. Desde ese día y durante mucho tiempo estuve recluido en un lugar extraño de paredes blancas y gente que no conocía y que tampoco parecía estar interesada en conocerme. Los algunos venían a visitarme muy seguido, casi diario. A los otros no los volví a ver nunca más.
Cuando salí de mi encierro nada era igual. Los amigos de los algunos, vestidos de blanco se encargaron de convencerme de que los otros nunca existieron, yo nunca estuve seguro hasta que con el paso del tiempo nunca volví a ver a los otros, aquellos que me acompañaron hasta el punto de convivir conmigo, se habían ido.
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